lunes, 27 de noviembre de 2017

La diplomacia del Emperador



                                                   Emperador Diplomático


            

                Un emperador chino fue avisado de que una de las provincias de su imperio estaba siendo invadida. Entonces les dijo a sus ministros:
>>Vamos, seguidme. Pronto destruiremos a nuestros enemigos<<. Cuando el mandatario y sus tropas llegaron donde estaban los invasores, se puso a dialogar con ellos y los trató con mucha delicadeza, tanta, que por gratitud, los enemigos decidieron someterse a él incondicionalmente y no continuar con aquella lucha.
Todos los políticos que formaban parte del séquito del soberano pensaron entonces que éste mandaría la inmediata ejecución de los cabecillas que se habían atrevido a desafiarle, pero se sorprendieron muchísimo al ver que no lo hacía y que los trataba con mucha amabilidad. Visiblemente enojado, el primer ministro le preguntó al emperador:
 > ¿De esta manera cumple su excelencia su promesa?> Usted nos dijo que veníamos a destruir a sus enemigos y, sin embargo, los ha perdonado a todos, y a muchos, incluso, los trata con cariño<. El mandatario chino. Con actitud noble, le respondió:
- Os prometí destruir a nuestros enemigos y todos podéis ver que ahora nadie es mi enemigo. Aprended bien una cosa: el amor, la diplomacia y el respeto pueden lograr mejores resultados que todo el armamento del mundo.


       Que aprendan los políticos del siglo 21....


                               Gotitas de amor

           Un incendio de grandes dimensiones amenazaba la supervivencia del bosque de bambús, que se había convertido en una gigantesca hoguera. Desafiando la muerte, un pequeño colibrí volaba constantemente al río, donde se mojaba las alas y regresaba rápidamente al bosque para intentar apagar el fuego agitándolas con fuerza.
Una, cien, mil veces repetía este trayecto mientras los demás animales lo observaban sin salir de su asombro.
Un ciervo se acercó hasta donde la pequeña ave luchaba sin tregua con las llamas y le dijo:
-¿Como piensas que podrás apagar un incendio tan gigantesco? ¡Jamás lograrás tu objetivo si lo haces sólo con unas gotitas de agua!.
El colibrí, con un gran sentimiento y el corazón encogido en un puño, le respondió:
-El bosque me ha dado todo cuanto tengo. Es mi origen y mi hogar, en él he aprendido a respetar a la naturaleza. Por eso, aunque no lo pueda apagar, daré mi vida si es necesario lanzando gotitas de agua, llenas de amor.
Los demás animales, conmovidos, entendieron el mensaje y le ayudaron a apagar el juego.
Cada pequeña acción que realizamos con amor hace que el mundo sea mejor. No quitemos valor a una gota, porque millones de ellas forman un Océano.


              Que tomen nota los incendiarios de montes....


 



lunes, 20 de noviembre de 2017

Repetición

Esta entrada la puse en el año 2013, con letra pequeña, pero como hoy estoy muy cabreada con los políticos, a quienes va dirigida principalmente, también con el tiempo, porque no llueve y por si fuera poco, con mi vecina del 1º que no para de dar la lata a más de un vecino. Por eso mismo, le he puesto las letras bien grandes, para que se lea bien.
Estos versos que van a continuación los escribió Fray Junípero Serra (1713 - 1784), y como los veo tan actuales, os ruego que sigáis leyendo hasta el final y veréis lo que han sido, son y serán las gentes que nos gobiernan.


Déjame dormir, mamá

Hijo mío, por favor,
de tu blanco lecho salta.
Déjame dormir, mamá,
que no hace ninguna falta.
Hijo mío, por favor,
levántate y desayuna.
Déjame dormir, mamá,
que no hace falta ninguna.
Hijo mío, por favor,
que traigo café con leche.
Mamá, deja que en las sábanas
un rato más aproveche.
Hijo mío, por favor,
que España entera se afana.
¡Que no! ¡Que no me levanto
porque no me da la gana!
Hijo mío, por favor,
que el sol ya está en lo alto.
Déjame dormir, mamá,
no pasa nada si falto.
Hijo mío, por favor,
que es la hora del almuerzo.
Déjame, que levantarme
me supone mucho esfuerzo.
Hijo mío, por favor,
van a llamarte haragán.
Déjame, mama´, que nunca
me ha importado el que dirán.
Hijo mío, por favor,
¿y si tu jefe se enfada?
Que no, mamá, déjame,
que no me va a pasar nada.
Hijo mío, por favor,
que ya has dormido en exceso.
Déjame, mamá, que soy
diputado del congreso
y si falto a las sesiones
ni se advierte ni se nota.
Solamente necesito
acudir cuando se vota,
que los diputados somos
ovejitas de un rebaño
para votar lo que digan
y dormir en el escaño.
En serio, mamita mía
yo no se porque te inquietas
si por ser culiparlante
cobro mi sueldo y mis dietas.
Lo único que preciso,
de verdad, mamá, no insistas
es conseguir otra vez
que me pongan en las listas.
Hacer la pelota al líder,
ser sumiso, ser amable
y aplaudirle, por supuesto,
cuando en la tribuna hable.
Y es que ser parlamentario
fatiga mucho y amuerma.
Por eso estoy tan molido.
¡Déjame, mamá, que duerma!
Bueno, te dejo, hijo mío.
Perdóname, lo lamento.
¡Yo no sabía el estrés
que produce el parlamento!

De mi parte va dedicado a todos los zánganos parlamentarios madrileños, catalanes, vascos, gallegos, andaluces y extremeños que no se preocupan por nosotros, solo se ocupan de ganar dinero donde haya menos trabajo. también va por todos los demás...vale.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Cosas cotidianas

                   
                                                                  La Almudena

Esta es la imagen de piedra que está en el mismo sitio donde apareció la original.


Todos los días ocurren cosas, unas mejores que otras. Unas han sido buenas para los madrileños que el día 9 fue Nuestra Señora de la Almudena, su patrona. Por este motivo, estos mismos madrileños tuvieron fiesta. No solo se tomaron un día, sino que han hecho un puente que parece un acueducto...de jueves a lunes. ¡Ahí queda eso!
Mi hijo ha sido uno de estos madrileños que han disfrutado de estas cortas vacaciones. Cuando por la mañana estábamos desayunando, va y me dice:
-Si quieres te llevo a la Plaza Mayor para que disfrutes de la misa.
No tuvo que repetirlo, en un plis-plas estaba yo arreglada y en la puerta esperándole. Yo, antes de salir le dije:
-¿Por que no nos vamos en transporte público?  No voy a decir todos los inconvenientes que me puso. Yo agaché mi cabecita, cogí el bolso, la capa y caminé delante para no quedarme atrás.
En la Plaza Mayor hay un aparcamiento subterráneo, y allí nos dirigimos. Bajamos, bajamos, bajamos, seguimos bajando y por fin en el cuarto piso hacia abajo, allí pudimos dejar el coche. Ahora teníamos que subir, nos pusimos a buscar un ascensor que estaba en la otra punta de dicho aparcamiento. Por fin salimos a la calle.
¡Que bullicio! Parecía que allí estaba todo Madrid y parte de España. El altar mayor que habían colocado en el centro de la plaza estaba precioso. Ya habían llegado muchas de las autoridades y muchos madrileños, y...yo.
Como pude fui ganando puestos hasta que encontré un asiento, pues la celebración iba a ser larga y no podía estar todo el rato de pie. Me coloqué en primera fila... (empezando por atrás),
De todas maneras se veía muy bien todo.
La Alcaldesa, la Presidenta de la Comunidad, los diputados municipales, los curas, las monjas y muchos militares de graduación, especialmente del ejercito. Me encontraba en mi salsa.
Llegó Monseñor Osoro y todos sus ayudantes y empezó la misa. No puedo explicar bien lo bonita y emocionante que fue, sobre todo cuando la señora Alcaldesa, doña Manuela Carmena, siendo atea, ofreció una preciosa cesta de flores a la Virgen con unas palabras en las que ofrecía Madrid a Nuestra Señora que estaba a un lado del Altar, y aunque esta talla es la que sacan cuando hay algún acontecimiento, tenemos otra que según se cuenta fue traída a Madrid por el mismísimo Apóstol Santiago en el año 38.
Según la tradición popular, en el año 712, antes de una supuesta toma de Madrid por los árabes, los habitantes de la villa tapiaron una imagen de la Virgen en los muros de la muralla para protegerla de la invasión. Con la conquista de la ciudad por el Rey Alfonso VI, el monarca se empeñó en encontrar la imagen oculta y organizó una procesión que pasó cerca de las murallas. Al pasar por donde estaba escondida, se derrumbó un trozo de la muralla y apareció la imagen con las dos velas que aún con el paso de los siglos...¡estaban encendidas!
En este mismo sitio hay una imagen hecha de piedra que es preciosa.
Terminada la ceremonia mi hijo dijo que me invitaba a comer, pues ya era casi la una. Entonces decidimos salir de aquél "cisco" y marcharnos a las afueras para estar más tranquilos. ¡JA!
Yo no podía entrar otra vez en el aparcamiento pues el olor a gasolina me estaba revolviendo el estómago, por lo tanto me quedé esperando en una de las salidas.
Después de lo menos 15 minutos apareció el coche de mis tormentos, pues un tormento es lo que pasé hasta que llegue a casa.
Era tanta la aglomeración de público que no había manera de salir de aquel atasco de coches. Tiraras por donde tiraras...embotellamiento.
De pronto me veo en una autopista...embotellada.
Se me ocurre decir que mejor habíamos ido en el metro o en cercanías y m hijo me contesta que si quiero que me vaya yo...¡¡Ojalá lo hubiera hecho!!
Bueno, para no cansar a nadie diré que, al final cuando ya eran las tres de la tarde pedí ir a casa, que no me importaba comer un huevo frito. Y a casa que nos fuimos.
 Nada más entrar me fui derechita al cuarto de baño a vomitar... con perdón.

Como estamos en el mes de noviembre, dedicado a los difuntos y para no exagerar, ahí va un chiste que me ha contado Víctor, que va de cementerios.

Se encuentras dos viudas en un cementerio una muy feliz limpiando la lápida de su marido y cantando como una loca.
La otra muy triste y a llanto tendido...
Al rato, la desconsolada mira a la contenta y le pregunta:
-Ay, señora, cuanto tiempo hace que enviudó?
-Seis meses - respondió en tono alegre la otra.
-Y como hace para estar tan feliz si yo llevo 3 años y no he podido superar la pena?
.¡Hija mía!: porque después de muchos años, es la primera vez que se DONDE está, y
QUIEN se lo está COMIENDO.



lunes, 6 de noviembre de 2017

Sopa y carne

Hoy la cosa va a ir de comida:
 Una sopa y un trozo carne. Aunque las dos van por separado, son enseñanzas psicológicas y ambas nos harán que pensar.
Como es natural empezaremos por la sopa.

SOPA DE PATO

Un día, un campesino fue a visitar a un gran maestro y le llevó un magnifico pato como obsequio. El sabio se sintió muy honrado y le invitó a cenar una exquisita sopa preparada con el animal.
Algunos días más tarde, los hijos del campesino fueron a la ciudad y, a su regreso, pasaron por la casa del sabio.
 >Somos los hijos del hombre que le regalo el pato<, le dijeron. Y el maestro les agasajó con la sopa, como había hecho con su padre.
Una semana después, dos jóvenes le visitaron diciéndole que eran los vecinos del hombre que le obsequió con el ánade y el sabio, lamentando haberlo aceptado, puso al mal tiempo buena cara y les invitó a comer. Fue pasando el tiempo y no había semana en que no recibiera la visita de algún vecino de los vecinos del campesino, hasta que un día, cuando llamaron a su puerta dos hombres más, el maestro les hizo pasar y les sirvió un tazón de agua caliente. Tras probarlo, uno de ellos exclamó: >Pero qué es esto, noble señor? ¡Nunca habíamos comido una sopa tan desabrida!>. Y el maestro les respondió:
"Ésta es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos del hombre que me regalo el pato".
Y es que todo tiene un límite y no se puede abusar de la generosidad de las personas.

Como ya hemos tomado la sopa, ahora vamos con la carne.

LA LIEBRE Y EL TIGRE

Erase una vez un joven que sentía que el mundo donde vivía era decepcionante porque las personas actuaban con absoluto egotismo y nadie se preocupaba por nadie. Un día, dando un paseo por la montaña, se sorprendió al ver a una pequeña liebre llevándole comida a un enorme tigre malherido.
Le impresionó tanto que, a la mañana siguiente, regresó para ver si el comportamiento del animalito era casual o habitual. Comprobó que la escena se repetía y que la liebre dejaba un trozo de carne al lado del majestuoso felino, un gesto que se repitió hasta que el tigre se recuperó y pudo buscarse la comida por su cuenta.
>Si los animales son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas<, pensó.
Así que decidió hacer un experimento.
 Se tumbó en el suelo simulando estar herido y se puso a esperar a que pasara alguien y le ayudara o le preguntara que le sucedía. Pero no ocurrió nada y, al cabo de varios días, se incorporó muy decepcionado y sintiendo toda la tristeza del abandonado, la soledad del enfermo y la desesperación del hambriento.
Entonces, en ese instante, oyó una voz interior que le decía:
Si quieres encontrarte con tu prójimo, si quieres sentir que todo ha valido la pena y seguir creyendo en la humanidad, deja de hacer el tigre y comienza a ser la liebre.