martes, 19 de abril de 2011

tres cuartos al pregonero

La figura del pregonero o portavoz ambulante de noticias existe desde hace mucho tiempo, incluso en la época de los romanos. En España se sabe que existían pregoneros por lo menos desde el siglo XV y además tenían la particularidad de estar divididos en tres clases: los oficiales, que estaban al servicio de la Administración: los heraldos, que marchaban delante de los nobles anunciando el paso de estos, y los voceadores mercantiles que, por encargo de cualquier vendedor, pregonaban los artículos mas diversos. La tarifa normal de estos últimos era de un cuarto de moneda, de manera que dar "un cuarto al pregonero" significa pagar sus sevicios para que difundiese en voz alta cualquier tipo de noticia.
Aunque os parezca lejano, no lo es, pues yo en una ocasión tuve que echar mano de un pregonero digamos mercantil.
La verdad es que hace más de 50 años: yo estaba recién casada, vivía a las afueras de Madrid (hoy el barrio de Lisboa), muy elegante por cierto. Había estado en casa de mi madre todo el día y junto con mi marido después de su trabajo, nos fuimos hacia nuestra casita, que estaba allí donde Sansón perdió el flequillo. Tomamos el metro, un tranvía y por fin un autocar de aquella época que sin exagerar, son los que vemos ahora en las películas del tercer mundo. Este autobús iba lleno hasta los topes, sin exagerar, pocos eramos los que íbamos sentados, casi todo mujeres (entonces los hombres eran muy galantes),estaba embarazada de mi primer hijo, mi marido iba de pie a mi lado. Hacía mucho calor, mucho movimiento por los baches que tenía la carretera de Extremadura y no me debía de encontrar muy bien pues todo me estorbaba, en algún momento me puse el bolsito encima de mi regazo y...cuando llegué a mi destino...no tenía mi lindo bolsito encima de mi. Empezamos a buscar y ja...lógicamente no apareció. No llevaba nada de valor, pero si había un hermoso billete de 100 pesetas( en aquella época serían como 100 euros ahora).
!Que sofocón me llevé¡ Con el revuelo que se armó, me aconseja una compañera de viaje que se lo diga al pregonero, que eche un pregón a ver si aparece. !Que tontos fuimos¡
Buscamos al pregonero dio el pregón y, lo que conseguimos fue...perder 15 pesetas más que nos cobró Agapito, creo que así se llamaba el señor pregonero.
Hoy repasando estos dichos famosos, me ha venido a la memoria lo del pregonero y la paliza que nos dábamos en aquellos medios de locomoción. !Que maravilla los que tenemos hoy¡ Si, si, no os quejéis, yo por lo menos no lo hago.

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